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Tal y como nos dice Raymond Mesadieu responsable de la organización Morepla (Movimiento reivindicativo de los cultivadores de Artibonito) «es absurdo que en un país como Haití haya gente que no viviendo en el valle posea entre 40 ó 50 hectáreas mientras que personas que durante toda su vida viven y trabajan la tierra tienen que dividir su cosecha en tres parte iguales, a fin de pagar una parte al dueño, dedicar otra para pagar los impuestos y, sólo puedan contar con el resto para poder mantener a su familia. Esta situación, y pese a la democracia, se mantiene porque el Estado no es capaz de enfrentarse a los propietarios de la tierra y emprender una verdadera reforma agraria». La reforma agraria que reclaman las organizaciones campesinas son, junto con la falta de políticas de defensa de la producción nacional, los dos ejes básicos e interrelacionados de las luchas campesinas haitianas y que en la actualidad cobran mayor vigencia después de un terremoto capaz de devastar el país en un segundo pero, muy peligroso también, según se articule su posterior recuperación. |
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