Poema Wayüü
Poema Wayüü 3-8349-PB.pdf (118.4Kb) ...
Somos un mismo pueblo con culturas diversas
Español
2022-03-15
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title = {Discursos divergentes frente a la producción y consumo de la artesanía. El caso del tejido wayuu},
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abstract = {Los objetos artesanales hacen parte de nuestra vida cotidiana. Ya sean de uso decorativo o utilitario, estos nos hablan sobre el patrimonio material de un grupo determinado. Sin embargo, cuando son comercializados, desempeñan un doble rol como contenedores culturales y mercancías. Existe una línea muy delgada entre los significantes del objeto, que van desde lo místico, religioso y espiritual, hasta lo mercantilista y profano. La producción artesanal fue la única manera de producir objetos usando solamente nuestras manos y utensilios básicos. El artesano fabricaba un objeto desde cero y estaba presente en todas las etapas de la producción, desde la idea a la materialización. Con la aparición de la producción en masa y las cadenas de producción, se perdió la relación personal entre el productor y el objeto. Sin embargo, muchas culturas siguen manteniendo la actividad artesanal, y en el mundo el consumo de artesanía va en aumento con la búsqueda de los compradores por objetos únicos e irrepetibles. El artesano, tal como lo conocemos actualmente, tiene su origen en las sociedades europeas, donde se desarrollaron como una parte de la sociedad que se especializaba en diferentes oficios, y cumplía con el fin de producir tanto objetos cotidianos como de lujo para el resto de la sociedad. Debido a la diversidad vegetal de Colombia, la actividad artesanal es amplia y se extiende desde el Caribe hasta el Amazonas. No obstante, existe una desconexión entre las dinámicas de producción de las comunidades, muchas de ellas en condiciones de vulnerabilidad, y la forma en que se consume la artesanía. Esta desconexión radica, en gran parte, debido al desconocimiento generalizado sobre la artesanía como patrimonio cultural material. Los discursos que giran en torno a la producción artesanal se simplifican al entrar en contacto con las estrategias de mercadeo contemporáneas. La concepción del artesano indígena, afro y campesino ha sido aplanada y se presenta a los consumidores de una forma estereotípica. Esta dinámica genera ideas erróneas sobre el quehacer artesanal contemporáneo. En torno a la artesanía se ha generado una falsa idea de pureza, tradición ancestral y mística, las cuales se han convertido en el caballo de batalla de las campañas publicitarias que presentan a los objetos artesanales como creaciones espontáneas de la naturaleza. Entretanto, como muchos otros procesos culturales, la artesanía se ha generado a partir de la adaptación, la experimentación y el aporte de diferentes culturas. Los objetos artesanales no se crean espontáneamente sino que se elaboran siguiendo procesos rigurosos que tienen que ver con un oficio y una técnica. En el caso de la tejeduría wayuu, el oficio fue enseñado por misioneros católicos como una forma de evangelización. Sin embargo, a la técnica de tejido en croché se adaptaron los patrones gráficos y la carga simbólica que la comunidad plasmaba inicialmente en piedra y cerámica. Es así como se evidencian procesos que no radican en la pureza del oficio sino que por el contrario, muestran una dinámica en la que la adaptación y la reinterpretación ha dado paso a la apropiación de prácticas foráneas en una búsqueda constante por la identidad de un grupo indígena. A pesar de que los indígenas wayuu están inmersos en las dinámicas sociales de los alijunas (personas que no pertenecen a la etnia wayuu), el discurso del mercadeo aún los presenta como seres espirituales, casi etéreos, intocables por el mundo occidental. (Texto tomado de la fuente).},
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T1 – Discursos divergentes frente a la producción y consumo de la artesanía. El caso del tejido wayuu
AU – Parra Camacho, Fabián Darío
Y1 – 2022-03-15
UR – https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/81279
PB – Universidad Nacional de Colombia
AB – Los objetos artesanales hacen parte de nuestra vida cotidiana. Ya sean de uso decorativo o utilitario, estos nos hablan sobre el patrimonio material de un grupo determinado. Sin embargo, cuando son comercializados, desempeñan un doble rol como contenedores culturales y mercancías. Existe una línea muy delgada entre los significantes del objeto, que van desde lo místico, religioso y espiritual, hasta lo mercantilista y profano. La producción artesanal fue la única manera de producir objetos usando solamente nuestras manos y utensilios básicos. El artesano fabricaba un objeto desde cero y estaba presente en todas las etapas de la producción, desde la idea a la materialización. Con la aparición de la producción en masa y las cadenas de producción, se perdió la relación personal entre el productor y el objeto. Sin embargo, muchas culturas siguen manteniendo la actividad artesanal, y en el mundo el consumo de artesanía va en aumento con la búsqueda de los compradores por objetos únicos e irrepetibles. El artesano, tal como lo conocemos actualmente, tiene su origen en las sociedades europeas, donde se desarrollaron como una parte de la sociedad que se especializaba en diferentes oficios, y cumplía con el fin de producir tanto objetos cotidianos como de lujo para el resto de la sociedad. Debido a la diversidad vegetal de Colombia, la actividad artesanal es amplia y se extiende desde el Caribe hasta el Amazonas. No obstante, existe una desconexión entre las dinámicas de producción de las comunidades, muchas de ellas en condiciones de vulnerabilidad, y la forma en que se consume la artesanía. Esta desconexión radica, en gran parte, debido al desconocimiento generalizado sobre la artesanía como patrimonio cultural material. Los discursos que giran en torno a la producción artesanal se simplifican al entrar en contacto con las estrategias de mercadeo contemporáneas. La concepción del artesano indígena, afro y campesino ha sido aplanada y se presenta a los consumidores de una forma estereotípica. Esta dinámica genera ideas erróneas sobre el quehacer artesanal contemporáneo. En torno a la artesanía se ha generado una falsa idea de pureza, tradición ancestral y mística, las cuales se han convertido en el caballo de batalla de las campañas publicitarias que presentan a los objetos artesanales como creaciones espontáneas de la naturaleza. Entretanto, como muchos otros procesos culturales, la artesanía se ha generado a partir de la adaptación, la experimentación y el aporte de diferentes culturas. Los objetos artesanales no se crean espontáneamente sino que se elaboran siguiendo procesos rigurosos que tienen que ver con un oficio y una técnica. En el caso de la tejeduría wayuu, el oficio fue enseñado por misioneros católicos como una forma de evangelización. Sin embargo, a la técnica de tejido en croché se adaptaron los patrones gráficos y la carga simbólica que la comunidad plasmaba inicialmente en piedra y cerámica. Es así como se evidencian procesos que no radican en la pureza del oficio sino que por el contrario, muestran una dinámica en la que la adaptación y la reinterpretación ha dado paso a la apropiación de prácticas foráneas en una búsqueda constante por la identidad de un grupo indígena. A pesar de que los indígenas wayuu están inmersos en las dinámicas sociales de los alijunas (personas que no pertenecen a la etnia wayuu), el discurso del mercadeo aún los presenta como seres espirituales, casi etéreos, intocables por el mundo occidental. (Texto tomado de la fuente).
ER –
Los objetos artesanales hacen parte de nuestra vida cotidiana. Ya sean de uso decorativo o utilitario, estos nos hablan sobre el patrimonio material de un grupo determinado. Sin embargo, cuando son comercializados, desempeñan un doble rol como contenedores culturales y mercancías. Existe una línea muy delgada entre los significantes del objeto, que van desde lo místico, religioso y espiritual, hasta lo mercantilista y profano. La producción artesanal fue la única manera de producir objetos usando solamente nuestras manos y utensilios básicos. El artesano fabricaba un objeto desde cero y estaba presente en todas las etapas de la producción, desde la idea a la materialización. Con la aparición de la producción en masa y las cadenas de producción, se perdió la relación personal entre el productor y el objeto. Sin embargo, muchas culturas siguen manteniendo la actividad artesanal, y en el mundo el consumo de artesanía va en aumento con la búsqueda de los compradores por objetos únicos e irrepetibles. El artesano, tal como lo conocemos actualmente, tiene su origen en las sociedades europeas, donde se desarrollaron como una parte de la sociedad que se especializaba en diferentes oficios, y cumplía con el fin de producir tanto objetos cotidianos como de lujo para el resto de la sociedad. Debido a la diversidad vegetal de Colombia, la actividad artesanal es amplia y se extiende desde el Caribe hasta el Amazonas. No obstante, existe una desconexión entre las dinámicas de producción de las comunidades, muchas de ellas en condiciones de vulnerabilidad, y la forma en que se consume la artesanía. Esta desconexión radica, en gran parte, debido al desconocimiento generalizado sobre la artesanía como patrimonio cultural material. Los discursos que giran en torno a la producción artesanal se simplifican al entrar en contacto con las estrategias de mercadeo contemporáneas. La concepción del artesano indígena, afro y campesino ha sido aplanada y se presenta a los consumidores de una forma estereotípica. Esta dinámica genera ideas erróneas sobre el quehacer artesanal contemporáneo. En torno a la artesanía se ha generado una falsa idea de pureza, tradición ancestral y mística, las cuales se han convertido en el caballo de batalla de las campañas publicitarias que presentan a los objetos artesanales como creaciones espontáneas de la naturaleza. Entretanto, como muchos otros procesos culturales, la artesanía se ha generado a partir de la adaptación, la experimentación y el aporte de diferentes culturas. Los objetos artesanales no se crean espontáneamente sino que se elaboran siguiendo procesos rigurosos que tienen que ver con un oficio y una técnica. En el caso de la tejeduría wayuu, el oficio fue enseñado por misioneros católicos como una forma de evangelización. Sin embargo, a la técnica de tejido en croché se adaptaron los patrones gráficos y la carga simbólica que la comunidad plasmaba inicialmente en piedra y cerámica. Es así como se evidencian procesos que no radican en la pureza del oficio sino que por el contrario, muestran una dinámica en la que la adaptación y la reinterpretación ha dado paso a la apropiación de prácticas foráneas en una búsqueda constante por la identidad de un grupo indígena. A pesar de que los indígenas wayuu están inmersos en las dinámicas sociales de los alijunas (personas que no pertenecen a la etnia wayuu), el discurso del mercadeo aún los presenta como seres espirituales, casi etéreos, intocables por el mundo occidental. (Texto tomado de la fuente).
Handcrafted objects are part of our daily life. Whether for decorative or utilitarian use, they tell us about the material heritage of a specific group. However, when they are marketed, they come to play a double role as cultural containers and merchandise. There is a very fine line between the signifiers of the object that go from the mystical, religious and spiritual to the mercantile and profane. The artisan production was the only way to produce objects, using only our hands and basic utensils. The artisan manufactured an object from scratch and was present in all stages of production, from idea to materialization. With the emergence of mass production and production chains, the personal relationship between the producer and the object was lost. However, many cultures continue to perpetuate the artisan activity and in the world the consumption of handicrafts is increasing due to the search of buyers for unique and unrepeatable objects. The artisan, as we know it today, has its origin in European societies, where they developed as a part of society that specialized in different trades, in order to produce both everyday and luxury objects, for the rest of the society. Due to the diversity of flora in Colombia, the artisan activity is wide and extends from the Caribbean to the Amazon. However, there is a disconnection between the production dynamics of the communities, many of them in vulnerable conditions, and the way in which crafts are consumed. This disconnection is largely due to the widespread ignorance of crafts as material cultural heritage. The discourses that revolve around artisan production are simplified by coming into contact with contemporary marketing strategies. The conception of the indigenous, afro and peasant artisan has been flattened and is presented to consumers in a stereotypical way. This dynamic generates erroneous ideas about contemporary artisan work. Around crafts, a false idea of purity, ancestral and mystical tradition has been generated, which has become the workhorse of advertising campaigns that present artisan objects as spontaneous creations of nature. However, like many other cultural processes, crafts have been generated from adaptation, experimentation and the contribution of different cultures. Handcrafted objects are not created spontaneously but are made following rigorous processes that have to do with a trade and a technique. In the case of Wayuu weaving, the trade was taught by catholic missionaries as a form of evangelization. Nevertheless, the crochet weaving technique was adapted to the graphic patterns and symbolic charge that the community initially embodied in stone and ceramic. This is how processes are evidenced that do not lie in the purity of the trade but, on the contrary, show a dynamic in which adaptation and reinterpretation have given way to the appropriation of foreign practices in a constant search for the identity of an indigenous group. Despite the fact that the Wayuu indigenous people are immersed in the social dynamics of the Alijunas (people who do not belong to the Wayuu ethnic group), the marketing discourse still presents them as spiritual beings, almost ethereal, untouchable by the western world.
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