Estudio etnobotánico y fitoquímico de Tilia
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Somos un mismo pueblo con culturas diversas
Nuestro interés como educadores y como investigadores ha tenido como foco central el hecho de que por décadas, por siglos, nuestra educación agrícola fue libresca, enciclopédica, no obstante que teníamos a nuestro alrededor un laboratorio vivo que nos podía enseñar muchas cosas sobre la realidad. Las razones por las cuales no se había aprovechado este laboratorio se relacionan sin duda con la actitud de los europeos, concretamente de los españoles, que llevó a menospreciar todo lo indígena: la cultura, los valores, los cultivos, las formas de hacer las cosas. Esa línea de prejuicio llevó seguramente a poner el acento de la investigación en la revolución verde, concentrada en los distritos de riego y basada en la abundante disponibilidad de insumos.
Al examinar más profundamente nuestra realidad, se ha hecho claro, aunque sea tardíamente, nos llevó más de 20 años reconocerlo, que ese tipo de agricultura poco tiene que ver con las condiciones en que se ejerce la actividad en la mayor parte del país. Sólo recientemente hemos vuelto la atención a las grandes masas de cultivo, a las superficies en que se ubica la mayor parte de nuestros esfuerzos productivos, dejadas prácticamente a la deriva por muchos siglos. Se ha despertado así el interés por estudiar lo que hemos llamado la tecnología agrícola tradicional (TAT), para empezar a aprender lo que
es y lo que puede ser nuestra agricultura.
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