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Sumario: Durante los primeros años de posguerra, México adoptó un modelo de desarrollo económico que apostó a la industrialización como el motor económico a partir de la sustitución de las importaciones. Este último elemento tenía como objetivo el proteger la economía para fortalecer al mercado interno y la industria naciente. Todo ello con la planificación, organización e intervención del Estado, tal como lo establecía la teoría keynesiana, que sustenta al Estado como ente regulador de la economía nacional. El Estado se convirtió en el motor de la economía. La intervención del Estado fue esencial en el desarrollo y consolidación de los sectores productivos. Se puede apreciar desde mediado de los años cincuenta hasta la década de los setenta, una intensa participación en los distintos sectores productivos, como es el caso del sector agropecuario y la industria de la engorda de bovinos. El propósito de la intervención estatal fue el impulsar el desarrollo de un modelo endógeno autosuficiente, con diversos efectos en las regiones productivas del país. Los instrumentos esenciales de esta estrategia fueron los apoyos y subsidios gubernamentales, a través de los cuales se buscaba alentar la inversión en las actividades productivas. En los primeros años de aplicación del modelo se logró un superávit en el sector agropecuario, ejemplo de ello fue el crecimiento que el sector comenzó a mostrar incluso antes del período mencionado: registró entre 1940 y 1960, una tasa anual de 5.02%. Este dinamismo no sólo se vio reflejado en una disminución significativa de las importaciones de alimentos como maíz y frijol, ya que el incremento de la producción agroalimentaria del país, persistió logrando la eliminación de las compras en el exterior de estos granos básicos durante el período de 1959 a 1962. Para 1963, México registró excedentes de producción suficientes para exportar maíz con lo que alcanzó la autosuficiencia en este renglón. Para lograr tal progreso, fue fundamental el papel que jugaron los recursos públicos en la estrategia de desarrollo en el sector agropecuario nacional (Azpeitia, 1987: 136; Hewytt, 1980). Es en este contexto en el que se desenvolvió el empresario de la industria engordadora sonorense. Su máximo nivel de expansión lo logró bajo condiciones de apoyo de un Estado interventor que no sólo les aseguraba bajos precios en bienes y servicios, sino que además era el regulador de la actividad.

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