Sumario: |
El descubrimiento de América coincide cronológicamente con el interés despertado en el humanismo renacentista hacia las lenguas vernáculas. El hallazgo de nuevos pueblos con nuevas formas de hablar que no podían enmarcarse ya dentro de la sintaxis latina redundó en una masiva producción de gramáticas, diccionarios, vocabularios, tesauros y manuales para el aprendizaje de las voces nativas, así como de sermonarios, cartillas y catecismos de la doctrina cristiana traducidos a las mismas -no solo a las principales como el quechua, náhuatl o aimara sino a rarezas como el araucano, mosca o allentiac- para la evangelización y bautismo de sus hablantes. Cualquier intento de analizar los primeros contactos en el encuentro intercultural americano tiene que habérselas con esta cuestión de la traducción y con los debates que se dirimieron acerca de su oportunidad y conveniencia. A modo de precipitado o paradigma de todos ellos, cabe citar cómo se resolvió el problema colateral de verter el nombre del dios cristiano a las lenguas indígenas, problema al que se dieron soluciones muy distintas que el presente estudio solo pretende enunciar. |
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