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El noroeste argentino constituyó el área receptora de frutales durante el período hispano- indígena. Uno de estos elementos es el “duraznito de la Quebrada”, nombre con que se designan las variedades de Prunus persica cultivadas desde la época de la conquista en la Quebrada de Humahuaca (provincia de Jujuy). El objetivo de este trabajo es caracterizar las prácticas agrícolas tradicionales que contribuyeron a la permanencia de esas variedades. A través de técnicas etnobotánicas cualitativas, se documentaron las variedades locales de durazno y se registraron las estrategias de manejo de las mismas. La previa identificación de la agrobiodiversidad de etnovariedades permitió establecer la relevancia de las variedades, el cálculo de frecuencias en relación a las formas de propagación, origen del germoplasma y criterios o atributos empleados para la selección de semillas. Mediante la búsqueda bibliográfica en literatura arqueológica y documentación histórica andina se abordaron estas estrategias a fin de describir el manejo agrícola desarrollado en la zona desde épocas prehispánicas. Este análisis permitió reconocer y relacionar las prácticas referidas al entorno vegetal así como de cultivo, entendido desde una perspectiva que difiere de aquellas miradas de corte dicotómico o dualista que reflexionan en términos de silvestre-domesticado, autóctono-alóctono. |
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