Sumario: |
La formación de las identidades adentro de los Estados siempre es el producto de una geo-histórica dialéctica política, económica, social y cultural que conlleva permanentes procesos de homogeneización de aspiraciones y perspectivas de los distintos actores que componen el tejido social, y de a-normalización de todos los que no se conforman a ellas. Un análisis cuando más exhaustivo, sobre las identidades nacionales, no puede entonces limitarse a profundizar en la nosotredad de sus habitantes, si no impone una paralela reflexión sobre su(s) otredad(es). El caso de los yaquis de Sonora, aquí presentado, bien manifiesta esta importancia. La guerra sin cuartel que el gobierno mexicano de finales del siglo XIX y principios del XX protagonizó en su contra, no fue en efecto un mero conflicto de reivindicación territorial y de autonomía, sino un privilegiado instrumento político, económico, social y cultural, por medio del cual los mexicanos pudieron fortalecer los sentimientos nacionales no obstante los localismos y las diferencias de intereses de las distintas regiones del país. Así, al lado de la representación romántica de los yaquis como algo indómito y salvaje, y que se resistía fieramente al inevitable transcurso del tiempo, tomó cada vez más espacio la necesidad de demonizarlos para “fines superiores comunes”. |
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