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Una vez lograda la independencia política, Argentina descubre la frontera interior que divide el país no solo en dos zonas geográficas, sino también en dos conceptos, civilización y barbarie. Uno de esos mundos es el que está habitado por hombres que no son susceptibles de ser considerados argentinos en la nueva República. Mientras el indígena pasa a ser denominado extranjero, el modelo del país que se quiere construir necesita de la llegada de inmigrantes europeos que se instalen en los territorios conquistados. Desaparecida a finales del XIX, la frontera acompaña a la literatura argentina desde sus comienzos. Un texto de Roberto Bolaño, «el gaucho insufrible», vuelve sobre el viejo límite para mostrarlo tal como es hoy. |
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