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El Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá permitió dirimir a comienzos del siglo XXI, los lineamientos para la ordenación física del Distrito Capital. Este proceso condujo a indagar sobre la importancia de los sistemas naturales contenidos en el territorio distrital para su sustentabilidad. La pieza norte de Bogotá, en su mayoría rural, ocupó un lugar preponderante en el debate por la expansión urbana de la ciudad. No obstante, luego de álgidas discusiones técnicas y jurídicas sobre la suerte de este territorio, la autoridad ambiental regional declaró allí un área de protección cercana a las 1.400 hectáreas, la Reserva Forestal Regional Productora del Norte de Bogotá D.C. “Thomas van der Hammen”, marcando un hito en la definición de reservas forestales con elementos de importancia ambiental que además contemplan zonas para la producción sostenible, siendo pionera en su categoría a nivel nacional. A partir de allí se ha gestado todo un ejercicio de movilización y participación ciudadana en torno a la defensa de esta porción esencial de la estructura ecológica principal del Distrito Capital y en general, de la región de la Altiplanicie de Bogotá. Sin embargo, la delimitación de esta área en el ámbito meramente distrital, conduce a reflexionar sobre la necesidad de establecer estrategias y enfoques de la planeación territorial como el biorregionalismo, capaces de abordar de forma más precisa las complejidades territoriales en términos de conectividad ecológica, oferta de servicios ambientales, soberanía alimentaria, entre otros, brindando elementos de análisis para un ordenamiento territorial sostenible y articulado con la región. |
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