Sumario: |
El accionar de las instituciones regionales y de la ciudadanía en la preservación de este recurso fundamental para la agricultura y la alimentación de los pueblos. Las semillas de variedades criollas son el producto de la acción del hombre en la selección, adaptación y mejoramiento de distintas especies, con la finalidad de mejorar los cultivos y privilegiar atributos que pueden ser valorados para el consumo, la comercialización o por su productividad, resistencia a plagas, enfermedades y condiciones climáticas. Gracias a estos procesos el productor puede autoabastecerse de semillas varietales que mantienen las características deseadas del cultivo año a año, sin necesidad de comprarlas, lo que representa el ahorro de un gasto significativo y la posibilidad de compartir su material genético con sus pares. Además de su carácter de verdaderos reservorios de diversidad biológica, también lo son a nivel cultural porque en ellas se ve reflejada la impronta cultural e histórica de los pueblos y sus agroecosistemas, sus tradiciones, prácticas y costumbres. La conservación de semillas por parte de agricultoras y agricultores ha sido históricamente uno de los reaseguros para la soberanía alimentaria junto a los saberes de cocina, el acceso al agua y las tierras de cultivo. En pleno siglo XXI, la gestión ciudadana de estos bienes comunes, reconocidos por formar parte indisoluble de nuestras culturas y formas de vida continúa siendo clave para la sustentabilidad ambiental y la inclusión social. |
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