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En las últimas tres décadas, Colombia ha robustecido su política comercial de inserción en el mercado mundial a partir de la apertura de fronteras y la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con otras economías de interés, entre los que destaca el acuerdo con los Estados Unidos (EE UU), vigente desde marzo de 2012. Este nuevo escenario suscita múltiples interrogantes en diversos ámbitos de la vida nacional, algunos de ellos relacionados con el tema de fondo en ésta investigación, como lo es, la cuestión rural en términos sociales e inclusivos y, particularmente, el estado de la soberanía alimentaria en un contexto de liberalización comercial; máxime cuando la apertura de fronteras ha puesto en duda el modelo hegemónico neoliberal, por sus impactos directos e indirectos en el campesinado, así como por la agudización de conflictos socio-ambientales, culturales y económicos en diversos territorios. Los TLC, suscritos y en proceso de negociación, agenciados por los últimos gobiernos colombianos han sido presentados reiteradamente como la gran oportunidad económica y comercial que el país había estado esperando. Ha sido un denominador común escuchar que Colombia debe aprovechar el momento para incursionar de forma preferente en las primeras economías del mundo. Concretamente, el tratado con los EE UU, ha sido divulgado como el acuerdo comercial y diplomático más importante de la historia realizado por este país suramericano. Según el discurso oficial, su alcance representa imperiosas oportunidades comerciales que se traducirán en mayor riqueza y bienestar para el conjunto de la nación… |
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