Sumario: |
El espacio geográfico, producido histórica y socialmente a partir de la acción y organización del proceso de trabajo, se reproduce en esencia condicionado por el modo de producción capitalista, su lógica de acumulación y su vocación geográficamente expansiva. La racionalidad espacial del capital se impone a través de la materialización de territorios para la acumulación y de territorios empobrecidos, una integración dialéctica del mismo proceso de producción espacial. Esta realidad adquiere una relevante importancia, sobre todo, en la deriva de la cadena agroalimentaria. De forma contestataria, movimientos sociales del campo, junto a otros surgidos en el ámbito urbano, proyectan la construcción de una alternativa social y espacial; en base a los criterios de una soberanía alimentaria de los pueblos. La restauración de nuevas relaciones de poder (político y territorial) así como la atención a las reivindicaciones de identidad social (campesina) implica, entre otras acciones imbricadas, un cambio profundo en las pautas de trabajo, primero y fundamentalmente en la esfera de la producción; y segundo, en la esfera de la distribución y el consumo. Muestra de ello son las dinámicas territoriales donde se establecen prácticas de ayuda mutua y trabajo cooperativo, en todos sus niveles y manifestaciones cotidianas, enfrentadas asimismo a sus propias contradicciones. Por tanto, el trabajo cooperativo se presenta como un factor geográfico de primera magnitud y una práctica territorial para la transformación del espacio y de la sociedad. |
Excepto si se señala otra cosa, la licencia del item se describe como Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International